domingo
septiembre, 8

Axel Kicillof busca tomar distancia de la pelea con La Cámpora y enfocarse en confrontar con Javier Milei

El gobernador deja que sus ministros y los intendentes lleven adelante el enfrentamiento con los seguidores de Máximo Kirchner

En medio de la pelea interna que estalló dentro del peronismo por la herencia de Cristina Kirchner, el gobernador Axel Kicillof intenta como estrategia desmarcarse y enfocarse en su enfrentamiento con el gobierno de Javier Milei.

El mandatario no participará del Pacto de Mayo que impulsa Milei. Su apuesta es gestionar y militar contra el Presidente. Pese a que espera un recorte en su presupuesto de 700 millones de pesos este año, difícilmente vaya a sentarse con Milei. Entiende que su capital político está entre los intendentes, en los sindicatos, en los movimientos sociales y en las calles.

Mientras en la provincia de Buenos Aires explotó la discusión por la conducción remota de Cristina Kirchner y el liderazgo del PJ bonaerense que ejerce su hijo Máximo, Kicillof evita meterse en esa disputa, aunque sus diferencias con el diputado son cada vez más evidentes.

“No más comando por teléfono”, fue la consigna que emergió del cónclave de la quinta 17 de Octubre, en San Vicente. Acaso una réplica tardía de la última reunión del PJ nacional, donde se exigió la renuncia de todos los vicepresidentes del partido, incluso Kicillof.

En el poskirchnerismo hay, al menos, tres posiciones. La mayoría de los intendentes reconoce en Kicillof al conductor. La Cámpora, con una decena de intendentes, aún responde a Máximo Kirchner. Y un tercer sector cree que aún hay espacio para el regreso de Sergio Massa, pese a que hoy tiene menos poder que sus competidores.

Más tarde, Kicillof se mostró en Ensenada, bastión del peronismo, luego de presentar dos demandas contra el Poder Ejecutivo Nacional ante la Corte Suprema por los recortes de fondos de educación y de transporte dispuestos por Milei. Allí fue ungido por Mario Secco, que lleva cinco mandatos y es referente de otros alcaldes, único conductor de los intendentes.

Nada es casual: Ensenada fue el distrito donde funcionó la mesa chica del kirchnerismo durante la vicepresidencia de Cristina Kirchner. Secco mandó una señal hacia adentro: la conducción ya tiene un sucesor.

Tras ser avalado por Larroque y por Secco, Kicillof fue a Quilmes y a Hurlingham, pero los intendentes Mayra Mendoza y Damián Selci lo recibieron con mayor frialdad, como reflejo del acto en San Vicente.

El tablero se tensó. En el mitin de San Vicente fue explícito que el liderazgo de Cristina no es transferible a Máximo Kirchner. Pero un puñado de alcaldes están dispuestos a marcarle la cancha a Máximo Kirchner: el diputado nacional está lejos de renunciar a su cargo político partidario, pese a que Jorge Ferraresi –cada vez más cercano a Kicillof– se prueba el traje de presidente del PJ bonaerense.

Sergio Massa tampoco se muestra bajo la conducción de Kicillof. Y alguno ministros del gobierno bonaerense, como Larroque, ya comenzaron a deslizar que los peronistas que no colaboran con Kicillof “están en una joda rara”.

Kicillof tendió puentes al excandidato a presidente la semana que pasó, al sumar aliados de Massa en su gobierno, como Sandra Mayol, en el Ministerio de Transporte. También habla con otros gobernadores peronistas, en especial del norte, para fijar posición respecto de temas claves, como la restitución del impuesto a las ganancias.

Este martes marchará con las columnas de sindicatos en defensa de las universidades nacionales. Posiblemente allí se tope con otros dirigentes, como Mariano Recalde, uno de los que pusieron techo al gobernador al marcar que no es tiempo de discutir liderazgos. Ajeno a esa pelea, Kicillof se enfocará en ordenar la resistencia al presidente Milei desde el distrito más grande del país.

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