En una cadena nacional de tono conciliador, el presidente Javier Milei ratificó el equilibrio fiscal como su dogma de gobierno y buscó empatía con la sociedad, prometiendo aumentos en áreas clave mientras reafirmaba que “lo peor ya pasó”. Su visión a largo plazo, sin embargo, choca con la realidad del ajuste inmediato y una tensa relación con el Congreso.
En un mensaje grabado y televisado a todo el país, el presidente Javier Milei presentó el Presupuesto 2026, un documento que él mismo definió como la “piedra angular” de su gestión. Ante un contexto de malestar social y un reciente revés electoral, el mandatario eligió un tono más conciliador y directo, buscando conectar con la ciudadanía.
A pesar de su inquebrantable compromiso con la austeridad fiscal, Milei anunció una serie de aumentos reales —por encima de la inflación— para el próximo año en áreas sensibles como jubilaciones (+5%), salud (+17%), educación (+8%) y pensiones por discapacidad (+5%). También aseguró un incremento en la partida para universidades nacionales, uno de los focos de conflicto recientes. Con estas cifras, buscó demostrar que el 85% del presupuesto se destinará al “Capital Humano”, a pesar de los recortes en subsidios y transferencias a provincias.
El presidente se dirigió directamente a los argentinos, agradeciendo su “enorme apoyo” y su “temple heroico” durante los primeros años de su gobierno. Con un claro intento de infundir esperanza, aseguró que “lo peor ya pasó” y que el arduo camino del ajuste fiscal es el único correcto para evitar caer nuevamente en la “inflación descontrolada”.
Milei no eludió la autocrítica, admitiendo que, si bien la gestión ha logrado éxitos como la baja de la inflación, entiende que muchos ciudadanos “aún no lo perciban en su realidad material”. Esta declaración subraya la brecha entre los logros macroeconómicos y las dificultades cotidianas de la población.
El mensaje presidencial también tuvo un componente de “futurología”, una característica recurrente en su discurso. Proyectó que, si se mantiene el rumbo del superávit, Argentina podría estar entre las potencias mundiales en las próximas décadas. Sin embargo, enfatizó que este futuro no se logrará “por arte de magia” y que requiere de “consensos” y del trabajo conjunto con gobernadores y legisladores. Este llamado al diálogo contrasta con las tensiones actuales, manifestadas en el veto a leyes clave y la resistencia legislativa que enfrenta el oficialismo, que no cuenta con mayoría en el Congreso.
En definitiva, Milei presentó un presupuesto que balancea la ortodoxia fiscal con promesas de mejoras en sectores clave, todo enmarcado en un relato de esfuerzo colectivo y sacrificio para alcanzar una prosperidad futura que, según su visión, “vale la pena”.