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septiembre, 27

De la mano de Trump al “arancelazo”: el salvataje a Milei golpea a la industria argentina de acero y aluminio

NUEVA YORK. La multimillonaria ayuda financiera de Estados Unidos a la Argentina, combinada con la estrategia de Buenos Aires para impulsar las exportaciones de soja, ha provocado una inesperada tormenta política para el presidente Donald Trump. Agricultores estadounidenses, un sector clave de su base electoral, expresan una furia creciente al ver cómo su principal mercado, China, es ocupado por la soja argentina, favorecida por la quita de retenciones.

La ayuda a la Argentina, gestionada por el Departamento del Tesoro, se percibe como una bofetada para los granjeros, que ya enfrentan un mercado debilitado por los aranceles de la propia guerra comercial de Trump con China. El senador republicano por Iowa, Chuck Grassley, uno de los primeros en alzar la voz, no ocultó su enojo: “¿Por qué Estados Unidos ayudaría a rescatar a la Argentina mientras se apodera del mayor mercado de los productores de soja estadounidenses?”.

La situación se intensificó con la visita de la comitiva del presidente Javier Milei, que incluyó una reunión con Trump y el secretario del Tesoro, Scott Bessent. Mientras tanto, Argentina fortaleció su alianza con compradores chinos, que encargaron alrededor de 1,3 millones de toneladas de poroto de soja en solo dos días. Esta operación, facilitada por la suspensión temporal de los impuestos a las exportaciones argentinas, es vista por los agricultores como una traición.

Un sector que se siente traicionado

Los agricultores, que dieron a Trump una ventaja de 40 puntos sobre su rival en los comicios pasados, han sido perjudicados por la guerra comercial que él mismo inició. Los aranceles de China sobre sus cultivos han reducido drásticamente sus ventas y, según el Departamento de Agricultura de EE.UU. (USDA), no han vendido soja al gigante asiático desde mayo.

“Es imposible inventarlo”, criticó la representante demócrata Marcy Kaptur, en un ataque directo a la promesa de “America First” de Trump. Caleb Ragland, presidente de la Asociación Americana de la Soja (ASA), describió la frustración como “abrumadora”, lamentando que el gobierno rescate a un competidor mientras los precios de la soja estadounidense caen.

Expertos como Ryan Loy, economista de la Universidad de Arkansas, señalan que esta dinámica es puramente comercial: China compra a quien le resulte más barato. Sin embargo, para los agricultores estadounidenses, que han visto la quiebra de pequeñas empresas alcanzar un máximo de cinco años, la situación es insostenible.

La amenaza del arancelazo

La presión de los votantes podría llevar a Trump a imponer aranceles a productos de otros países para compensar a sus agricultores. En este escenario, Argentina podría convertirse en un objetivo. Un arancelazo estadounidense contra exportaciones de acero y aluminio afectaría directamente a empresas de gran peso en la economía argentina.

  • Acero: Techint, el gigante de Paolo Rocca, sería el principal perjudicado. Su filial Tenaris, que exporta tubos de acero, vería comprometida su competitividad y, potencialmente, sus operaciones en el exterior.
  • Aluminio: Aluar, la única productora de aluminio del país, también se enfrentaría a un serio obstáculo en su estrategia de exportación, lo que impactaría sus ingresos.

La imposición de aranceles forzaría a empresarios como Paolo Rocca a presionar al gobierno de Milei para que intervenga diplomáticamente con Washington o para que aplique medidas compensatorias. La alineación política con Trump chocaría con la realidad económica de los negocios, lo que pondría a Milei en una situación incómoda.

En este escenario, el gobierno argentino debería decidir si prioriza su relación ideológica con Trump o si defiende los intereses económicos de las empresas y los trabajadores argentinos. El salvataje que se vendió como un triunfo político podría convertirse en un conflicto comercial que golpea directamente a la producción y el empleo en Argentina.

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