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noviembre, 2

El Pulso Geopolítico: La guerra comercial de Trump con China se define y condiciona el futuro político y económico de Argentina y Brasil

El escenario político en Argentina y Brasil ya no se define solo en Casa Rosada o en el Palacio del Planalto; se juega en la guerra fría comercial que enfrenta a Washington y Beijing. Un informe reciente de los demócratas del Senado estadounidense ha lanzado una severa advertencia: el presidente Donald Trump está “perdiendo una guerra comercial autoinfligida” con China, una debilidad que, paradójicamente, amplifica la injerencia de ambas potencias en la política interna de Sudamérica.

Puntos Clave del Escenario Geopolítico

  • Derrota Comercial de Trump: Un informe demócrata del Senado acusa a Donald Trump de “perder una guerra comercial autoinfligida” con China, señalando que la política arancelaria ha fortalecido la posición de Beijing mientras debilita la influencia de Washington.
  • Costos para EE. UU.: La política de Trump ha impuesto “costos significativos” a consumidores y empresas estadounidenses, ha traicionado a los agricultores (por el boicot chino a la soja) y ha provocado la pérdida de 42.000 puestos de trabajo en el sector manufacturero.
  • Fortalecimiento de China: China ha expandido sus exportaciones a terceros mercados (África, Sudeste Asiático y la UE) y mantiene un superávit comercial récord, demostrando capacidad para desviar su comercio pese a los aranceles.
  • Injerencia en Argentina: El resultado de esta guerra comercial impacta directamente en la interna de La Libertad Avanza (LLA), donde el ascenso del asesor Santiago Caputo fue facilitado por el salvataje financiero de Donald Trump, negociado a través de canales alternativos. El vínculo con Trump se convirtió en un recurso político interno para Milei.
  • Injerencia en Brasil: El conflicto geopolítico condiciona al gobierno de Lula da Silva en Brasil, que busca mantener su neutralidad. Mientras Trump presionó históricamente a Brasil para limitar sus lazos con Beijing, el flujo comercial con China (principal socio de Brasil) es vital para su economía, forzando a Lula a un delicado equilibrio.

El Tablero Sudamericano como eje de la “Guerra Fría”

La debilidad de Trump en su confrontación con el gigante asiático, según el informe demócrata, que acusa al Presidente de “poner en riesgo la prosperidad y la seguridad a largo plazo de Estados Unidos”, no hace más que intensificar la competencia por la influencia en América Latina.

El documento, impulsado por figuras clave como la senadora Elizabeth Warren (demócrata por Massachusetts) y titulado “El precio de la retirada: Estados Unidos cede el liderazgo mundial a China”, acusa textualmente a la Administración de Trump de poner en riesgo la prosperidad y la seguridad a largo plazo de Estados Unidos y de permitir que Beijing esté llenando el vacío que dejamos atrás al replegarse globalmente. Esta debilidad estratégica, según el informe, es lo que amplifica la injerencia de ambas potencias en la política interna de Sudamérica.

Argentina: El Factor Trump y la internalización de la Geopolítica

En Argentina, la guerra comercial se convirtió en munición para la batalla interna de LLA. El reciente jaque a Guillermo Francos, supuestamente por sus lazos con China, y la consolidación de Santiago Caputo, apoyado por lazos directos con la órbita de Trump (mediante el lobbista Barry Bennet), demuestran cómo la geopolítica se ha internalizado como un factor de poder.

La Casa Rosada necesita el aval de Washington (y del “círculo rojo” que presiona por la gobernabilidad) para que las reformas avancen. La injerencia de Trump, al asegurar el “salvataje financiero” antes de las elecciones, dio el oxígeno necesario a Milei y empoderó a Caputo. Así, el pulso por la Jefatura de Gabinete o el Ministerio del Interior se traduce, en última instancia, en la disputa por quién será el interlocutor privilegiado de Washington en el Cono Sur.

Brasil: El equilibrio de Lula ante la ofensiva China

El panorama es similar en Brasil, aunque con una posición más institucional. El presidente Lula da Silva navega un complejo equilibrio. Históricamente, China es el principal socio comercial de Brasil, vital para su sector agroindustrial (soja) y la infraestructura. Si bien Lula mantiene una línea de independencia, el aumento de las exportaciones chinas a terceros países (como África y la UE, un 56% y 14% respectivamente) evidencia el músculo de Beijing para moverse en los mercados globales.

La presión de un debilitado Trump (cuyos aranceles están costando $1.500 más al año a las familias estadounidenses y han provocado pérdidas de empleo) se suma a la ofensiva comercial de China. El resultado es que Lula debe negociar al mismo tiempo acuerdos clave con China para su economía, mientras lidia con las demandas de Washington en áreas como seguridad o tecnología, manteniendo a Brasil en el centro de la disputa entre las dos superpotencias.

La Guerra Fría criolla: Estrategias, bloques y desafíos

Finalmente, la guerra interna del peronismo argentino, con el ultimátum del “axelismo duro” a Axel Kicillof para romper con Máximo Kirchner y La Cámpora, también tiene un trasfondo geopolítico. Si bien Kicillof no se alinea directamente con China, el kirchnerismo siempre mantuvo una postura más crítica hacia la hegemonía estadounidense. Una ruptura en el peronismo podría, paradójicamente, ser vista con cierto alivio en Washington, ya que podría consolidar un peronismo más pragmático y menos atado a las viejas narrativas ideológicas, facilitando la agenda de Milei.

La política interna de Argentina y Brasil se ha convertido en una extensión de la guerra comercial y tecnológica entre China y Estados Unidos. Cada movimiento en Buenos Aires o Brasilia es analizado en función de qué tan rápido se consolida el eje de Trump o cuánto espacio gana la influencia financiera y comercial de Beijing.

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