martes
noviembre, 25

El reloj de las reformas: Vidal advierte a Milei que la “autorización para privatizar” se está agotando

La diputada nacional María Eugenia Vidal instó al gobierno de Javier Milei a no “perder tiempo” en avanzar con la privatización de ocho empresas públicas ya autorizadas. Además, ratificó el rumbo de autonomía del PRO y advirtió que la inestabilidad política desalienta la inversión: “Nadie quiere apostar en un país donde se pueden cambiar las reglas de juego cada dos años”.

La diputada nacional y presidenta de la Fundación Pensar, María Eugenia Vidal, marcó diferencias con la Casa Rosada al reclamar mayor celeridad en la agenda de reformas tras el triunfo electoral de octubre, asegurando que ahora sí hay un cheque para reformar y cambiar, por lo que el gobierno de Javier Milei no debe perder tiempo. La legisladora centró su crítica en la falta de avance en la reforma del Estado, señalando que “cuando votamos la Ley Bases, le dimos autorización al Presidente para privatizar o concesionar ocho empresas, y no se avanzó”, sentenciando que “ahí hay plata nuestra que se está gastando todos los días, que no es poca, y que podía estar destinada en otras prioridades o devolver impuestos”.

Vidal enfatizó que, si bien hay vocación de diálogo en el Congreso, “todavía hay trabajo que hacer” y “no se gobierna solo desde el Congreso”, por lo que sugirió que el Presidente debe transformar su actitud en consensos concretos, haciendo un esfuerzo para “dejar de insultar” ya que “el insulto no le suma nada a la Argentina y menos del Presidente”. Enfatizó que el desafío es lograr que ese acuerdo se produzca, y que la gestión debe encaminarse rápidamente, ojalá sacando las reformas “de acá a marzo”.

Más allá de la velocidad de la gestión, la diputada planteó la necesidad de una reforma constitucional para que el país no “vote cada dos años”, argumentando que esa inestabilidad pone en riesgo “todas las decisiones que tomaste”. Por ello, sostuvo que se debería ir a un esquema de “seis años de mandato sin reelección, y elecciones cada tres”, porque la alternancia constante entre “kirchnerismo” y oficialismos deja al país en una profunda incertidumbre, la cual desalienta la inversión, dado que “nadie quiere apostar en un país donde se pueden cambiar las reglas de juego cada dos años”.

En lo partidario, Vidal ratificó el rumbo de autonomía del PRO y subrayó que no basta con apoyar acríticamente al Gobierno, insistiendo en que el PRO tiene que ser una alternativa viable, ya que “mientras la dinámica sea kirchnerismo o mileísmo creo que va a ser muy difícil salir adelante para el país”. La exgobernadora rechazó la idea de que los dirigentes deban convertirse en satélites del oficialismo, asegurando que la “etapa de pintarse de violeta se va agotando” y que el PRO debe mantenerse de pie y trabajando para construir una alternativa propia. Vidal concluyó que el triunfo electoral de octubre no fue un “cheque en blanco”, sino un voto condicionado por el temor a la oposición, y que la responsabilidad de los dirigentes es actuar con coherencia, marcando un límite al Gobierno y diciendo que “no” cuando sea necesario, porque “lo que te ayuda es que, cuando te equivocás, alguien te lo marque o te lo diga”.

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