viernes
agosto, 22

El Senado le pone un freno a Milei y el poder se redistribuye

La reciente sesión en el Senado no fue una jornada legislativa más. Fue un claro y contundente triunfo de la oposición que marca un antes y un después en la relación de fuerzas entre el Poder Ejecutivo y el Congreso.

El Senado se unió para rechazar cinco decretos clave del gobierno de Javier Milei, una medida que pone fin a la capacidad del Presidente de usar esta herramienta legislativa por el resto del año.

Los decretos rechazados buscaban intervenir organismos estatales de gran relevancia, desde la Dirección Nacional de Vialidad y el INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria) hasta el Banco Nacional de Datos Genéticos y el Instituto Nacional del Teatro. La votación fue un golpe directo al corazón de la estrategia gubernamental de reformar el Estado y reducir su tamaño.

La votación mostró una inusual alineación opositora, con el peronismo, los provincialistas, la mayoría del PRO y hasta el radicalismo votando juntos en contra del oficialismo. La Libertad Avanza quedó casi aislada, con solo algunos legisladores del PRO y la propia LLA respaldando los decretos. Esto demuestra que la luna de miel legislativa del Gobierno ha terminado.

Pero el rechazo no fue el final del conflicto. Horas después de la votación, el ministro de Economía, Luis Caputo, respondió con un acto de fuerza: 367 trabajadores del INTA fueron pasados a disponibilidad, ignorando la decisión del Senado. Esta acción, sumada a la advertencia previa del propio Guillermo Francos de que muchas de las transformaciones de los decretos “ya se hicieron”, muestra una clara tensión de poderes. El Gobierno está decidido a avanzar en su agenda, incluso si eso significa chocar con el Poder Legislativo y judicializar sus acciones.

Análisis Político

El escenario político actual es de confrontación y redefinición de roles. El triunfo de la oposición en el Senado es un mensaje claro: el Gobierno de Milei ya no puede depender de las facultades delegadas para gobernar. El Congreso, y en particular el Senado, se ha erigido como un contrapeso efectivo que limita el margen de maniobra del Ejecutivo.

Este giro tiene varias implicaciones:

  • Pérdida de iniciativa del Gobierno: Milei ha perdido su herramienta más ágil para implementar reformas sin pasar por el debate parlamentario. Ahora, cada ley que impulse deberá ser negociada, artículo por artículo, con una oposición que acaba de demostrar su capacidad de articularse.
  • Fisura en los bloques aliados: La votación evidenció las divisiones internas en el PRO y la UCR, donde solo algunos legisladores como Carolina Losada se mantuvieron firmes con el oficialismo. La alianza legislativa del Gobierno es frágil y depende de acuerdos puntuales.
  • Escalada del conflicto: La respuesta del Gobierno (pasando a disponibilidad a trabajadores del INTA) y su estrategia de avanzar en las reformas por la vía de los hechos, aun con los decretos rechazados, genera una profundización de la confrontación política entre los poderes.

Los nuevos dilemas políticos

El panorama político se presenta con dos caminos claros. El Gobierno se enfrenta a la disyuntiva de Negociación o Conflicto. Por un lado, debe reconocer la nueva realidad parlamentaria y buscar consensos genuinos, cediendo en algunos puntos y construyendo alianzas más sólidas para poder aprobar su agenda de reformas. Por el otro, si decide seguir ignorando las decisiones del Congreso y el Poder Judicial, se arriesga a una parálisis institucional y un desgaste prematuro de su mandato.

La oposición, por su parte, enfrenta su propia disyuntiva de Unidad o Fragmentación. Tras este triunfo, tiene la oportunidad de capitalizar el momento y seguir trabajando de forma coordinada. Si logra mantener un bloque unido, podrá actuar como un verdadero freno a las iniciativas del Gobierno. Sin embargo, si las diferencias ideológicas entre el peronismo, el radicalismo y el PRO resurgen, la oposición se fragmentará nuevamente, devolviéndole el control de la agenda legislativa al Gobierno.

En resumen, la sesión en el Senado no solo rechazó unos decretos; marcó un cambio de reglas en el juego político. El Gobierno de Milei ya no puede gobernar solo. El futuro del país depende de si los actores políticos eligen el camino de la negociación y el consenso, o si se hunden en un ciclo de confrontación que podría generar inestabilidad.

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