El cierre de listas para las elecciones de octubre no fue un simple trámite administrativo, sino un verdadero campo de batalla donde se libraron luchas de poder y se definieron los roles de las principales figuras del oficialismo. Más allá de los nombres que finalmente se estamparon en las boletas, el proceso reveló una compleja dinámica de fuerzas internas, vetos y negociaciones que marcarán el rumbo de la alianza gobernante.
En el centro del tablero se encuentra Patricia Bullrich, quien, a pesar de ser la candidata más relevante para las próximas legislativas, vio su influencia limitada en la conformación de las nóminas. Si bien logró ubicar a dos de sus candidatos a diputados, se le negaron cuatro de las postulaciones que había solicitado, afectando a figuras clave de su entorno político como Pablo Walter, Gerardo Milman, Daniela Reich y Felicitas Beccar Varela. Cada uno de estos rechazos, argumentados con motivos que van desde la cercanía con otros líderes hasta lazos familiares, es interpretado como un mensaje claro sobre el control de las decisiones internas.
El impacto de esta disputa va más allá de las listas. La crónica de los hechos sugiere una reestructuración ministerial, con la inminente salida de Patricia Bullrich del Ministerio de Seguridad y la de Luis Petri de Defensa. Este movimiento, resultado directo de las negociaciones, dejaría vacantes dos de los ministerios más importantes del país y plantearía un desafío para la continuidad de la gestión. Aunque se le prometió a Bullrich elegir a su sucesor, el episodio deja entrever una pérdida de autonomía en su área.
La conformación final de las listas en la Provincia y la Ciudad de Buenos Aires muestra un panorama dominado por nuevos centros de poder. Junto con las figuras confirmadas, como Carlos Pirovano -quien llega a la lista de diputados nacionales por un sector específico del oficialismo- se vislumbra un armado que favoreció a otros actores. De esta manera, el reparto de poder en las listas se inclina hacia figuras emergentes y de confianza de los círculos más cercanos a la cúpula del gobierno.
Este intrincado ajedrez político, con sus vetos y movimientos estratégicos, parece tener una explicación más profunda: la consolidación del poder interno. El relato de los acontecimientos sugiere que las decisiones no solo buscaban armar una lista competitiva para octubre, sino también redefinir el equilibrio de fuerzas de cara al futuro, con la mirada puesta incluso en las elecciones presidenciales de 2027. La disputa por el control de las candidaturas se convierte así en un capítulo crucial de la crónica del poder, revelando las tensiones y los objetivos que se ocultan detrás de la fachada de la política electoral.