Sergio Massa lo hizo de nuevo. Después de su extensa saga de medidas económicas pro-consumo, incluyendo medidas de alto impacto como la virtual eliminación del impuesto a las Ganancias para los asalariados, vuelve a instalar un tema que le garantiza protagonismo en la agenda pública: la creación de una moneda digital nacional.
El formato del debate presidencial no dejaba margen como para profundizar detalles técnicos, de manera que se limitó a anunciar el “titular” de la noticia. Está en sus planes crear una moneda digital nacional, respaldada por el Banco Central, y de curso obligatorio.
Para la enorme mayoría de los votantes argentinos que se desempeñan en la informalidad y carecen de conocimientos sobre el mundo digital, el anuncio sonó a una cuestión esotérica. Pero Massa -que al lunes siguiente del debate anunció que enviará el proyecto de ley al Congreso- cree que, lejos de tratarse de un proyecto futurista y alejado de los problemas cotidianos del país, puede tratarse de una medida que se ubique en el centro mismo de la coyuntura caliente.
De hecho, lo que aparece en la entrelínea del anuncio es que esta iniciativa pueda ser la respuesta a la prédica que Cristina Kirchner viene haciendo desde hace tres años: encontrar una fórmula superadora que resuelva “el problema de la bimonetariedad de la economía argentina”.
No por casualidad, el ministro/candidato vinculó su propuesta con la fuga de capitales y la evasión fiscal.
“Tengo claro que Argentina tiene una enorme dificultad. Hoy te quiero contar cómo lo vamos a resolver. Vamos a poner en marcha la moneda digital de Argentina. Así como tus hijos plantean en su economía de plataforma la posibilidad de comerciar con el celular o la tarjeta, lo vamos a hacer de una manera global en Argentina”, dijo el candidato oficialista, después de haber definido que el gran problema de la economía es que salen más dólares de los que entran y que hay desincentivos en el sistema financiero.
En una frase claramente dirigida a los miles de profesionales que venden servicios al exterior, los cobran en dólares y no los ingresan al país o buscan la forma de eludir el Según Massa, el contar con una moneda digital será lo que permita “comerciar con el celular o tarjeta, de manera global para toda la Argentina”. Y, en el mismo párrafo, anunció un blanqueo para que quienes tengan dólares fuera del sistema los puedan exteriorizar sin pagar ningún punitorio ni impuesto.
En realidad, se trata de un reimpulso al proyecto de blanqueo que ya tiene dictamen en la Cámara de Diputados pero que todavía no tuvo los votos para ser tratada por el plenario.
Claro, como indica el manual de los blanqueos, anunció que se tratará de la última oportunidad para ello, y que después de ese momento vendrá un régimen mucho más eficaz en el rastreo y represivo en las sanciones para quienes “fuguen” dólares al exterior.
¿Cambiar dólares por una criptomoneda del BCRA?
La mención de Massa a la moneda digital fue una de las sorpresas del debate. De hecho, todo el mercado financiero estaba esperando otro anuncio por parte del candidato oficialista: quién sería su ministro en caso de que la coalición Unión por la Patria llegara a la presidencia.
En los días previos, la especulación había sido intensa en ese sentido. Fue así que se mencionó a Roberto Lavagna, el veterano ex ministro de Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner, que tiene en su currículum el haber recuperado la senda de crecimiento tras la crisis del 2001 y haber renegociado la deuda tras el default más grande de la historia.
También se mencionó en esas versiones a Marina Dal Poggetto, la directora de la consultora Eco Go, una economista muy escuchada y respetada en el mercado, formada junto al recordado Miguel Bein. Y que, de hecho, ya había sido tentada por Massa hace un año para ocupar el cargo de subsecretaria de política económica, que finalmente recayó en Gabriel Rubinstein.
En cualquiera de los dos casos, si Massa hubiese adelantado el nombramiento, habría sido una noticia de alto impacto para el mercado. El mensaje tácito que supondrían esos nombres es que, desde el punto de vista político, un eventual gobierno de Massa no tomaría un giro kirchnerista que exacerbara la vocación intervencionista. Más bien al contrario, sería un guiño en el sentido de que se manejaría dentro de los márgenes de una relativa ortodoxia.
Sin embargo, Massa prefirió posponer ese anuncio y, en su lugar, hablar de la moneda digital y el blanqueo de capitales. A pesar de lo poco que comunicó sobre ese tema -primero en el debate y el lunes en una entrevista concedida al canal C5N-, el ministro/candidato concibe a la moneda digital como un punto de partida para corregir uno de los mayores problemas estructurales de la economía nacional.
En realidad, no era la primera vez que se mencionaba el tema como parte de una solución a la escasez de divisas. Quien más había desarrollado el tema dentro del peronismo fue el gobernador chaqueño, Jorge Capitanich, cuando su nombre todavía sonaba como eventual presidenciable por el peronismo.
Y, luego de la propuesta de Massa, salió a respaldar públicamente la medida con frases muy sugestivas: “Argentina no puede tener más de 400.000 millones de dólares fuera del circuito financiero y que exista la mitad de la economía de carácter informal. Es preciso un régimen de exteriorización de activos financieros. Es trascendente contar con un régimen multimonetario, que se pueda transferir en cualquier moneda, y que estas posibilidades estén incluidas dentro del circuito financiero”.
Y a continuación expresó su convencimiento de que la forma de blanquear la economía es con un régimen de moneda digital de curso legal y obligatorio. De esa manera, según la visión de Capitanich, se lograría que esos dólares del colchón pudieran ingresar al sistema financiero y, además, sería una forma de combatir la informalidad laboral, lo cual permitiría a su vez una rebaja en la presión impositiva.
En otras palabras, el planteo es que una moneda digital nacional resolvería el problema de los desincentivos que hoy plantea el régimen cambiario y tributario y de esa forma ingresarían más dólares al sistema formal y más pesos a las arcas de la AFIP.
Todavía no está claro cómo sería la implementación, pero el hecho de que esta criptomoneda sea de curso obligatorio sugiere que se está pensando en una forma de conversión de los dólares por un nuevo signo criptomonetario, que estaría respaldado por activos inobjetables que les dieran tranquilidad a los operadores respecto de su cotización y convertibilidad.
Lo que todavía genera dudas entre los expertos, claro, es -además de si están dadas las condiciones tecnológicas para implementar este sistema- cómo una moneda digital tendría una suerte diferente a la del peso que emite el Banco Central, al que los argentinos repudian para refugiarse en el dólar.
Críticas: entre Maduro y el Gran Hermano
Claro, no todos recibieron de buen grado este anuncio. En pleno debate, las primeras reacciones apuntaron a recordar las experiencias fallidas de la región, en especial la de países con graves problemas en su balanza de pagos, como la Venezuela de Nicolás Maduro, que tiempo atrás intentó recuperar una divisa con la creación del “Petro” garantizado por la exportación petrolera del país.
Es en ese sentido que surgieron suspicacias en el sentido de si Argentina, con su escasez aguda de reservas, está hoy en condiciones de dar garantías reales para la vigencia de una criptomoneda que fuera convertible con el dólar o si una moneda digital correría inexorablemente el mismo destino devaluatorio del peso.
Por otra parte, hay en el mercado una fuerte corriente que se opone a los sistemas de monedas digitales controladas desde bancos centrales, por considerar que se trata de un mecanismo de intromisión de los gobiernos que vulnera la libertad individual de los ciudadanos. Los defensores de las criptomonedas consideran que el ser independiente de los bancos centrales es, justamente, donde reside el atractivo de este dinero. Por lo que el hecho de estar bajo un poder estatal centralizado es visto con desconfianza.
No es un debate exclusivo de Argentina, desde ya, sino que está vigente en el mundo, y que cobró intensidad desde que el Banco Central Europeo anunció la creación de un euro digital que progresivamente irá desplazando al dinero tradicional.
En ese momento surgieron protestas en el sentido de que, gracias a la tecnología Blockchain, las autoridades siempre podrán saber en cuándo y en qué gastó cada individuo. Los críticos más extremos llegaron a comparar este sistema con una distopía en la que el Banco Central se convertiría en un verdadero “Gran Hermano” de las finanzas.
Sin embargo, es justamente esa posibilidad de tener una “trazabilidad” lo que a los defensores del dinero digital les parece una de las principales virtudes del nuevo sistema. Permite, por ejemplo, combatir la evasión fiscal y delitos como el lavado de dinero.
Argumentan, además, que se trata de un sistema más eficiente que el de las actuales billeteras digitales, porque se apoya en una tecnología más eficiente y segura, que reduce costos por no necesitar de intermediarios ni auditorías.
Además, la tecnología es accesible a personas no bancarizadas, lo cual, según sus defensores, hace que se torne más inclusiva y que, en los hechos, disminuya el grado de informalidad en las transacciones.
Criptomonedas: la tendencia mundial juega a favor de Massa
La defensa argumental de Massa -vaya paradoja después de haber defenestrado al Fondo Monetario Internacional- es que la adopción de monedas digitales nacionales es una tendencia creciente en el mundo, y que es apoyada por los organismos internacionales de crédito.
El tema, de hecho, ya es parte de los debates en el marco del G20, del cual Argentina forma parte. Y un informe del FMI recomendó que los bancos centrales avanzaran en este terreno, por ejemplo para el pago de exportación de servicios, por considerar que se trata de una alternativa “barata, rápida, transparente e inclusiva” para intensificar el comercio.
El ministro contó que Noruega y Suecia son los modelos conocidos y exitosos en cuanto a la implementación de una moneda digital, pero señaló que en la región, países tan importantes para la economía nacional como Brasil ya están implementando la medida. El país vecino viene trabajando en los detalles operativos, y se espera que su moneda digital, el DREX, esté vigente dentro de un año.
“Con Brasil tenemos mucho comercio bilateral, mucho trabajo complementario y sinérgico y tenemos que tener una mirada común y el Mercosur en ese sentido es central”, dijo Massa, retomando la misma línea discursiva con la cual intentó desde que asumió Lula Da Silva la implementación de una modalidad de pago alternativo al dólar, algo que por ahora sigue bastante lejano.
Lo cierto, en todo caso, es que el candidato oficialista está insinuando un plan no sólo para ponerse a tono con el mundo en materia tecnológica y para favorecer la inclusión financiera, sino para dar respuesta a una obsesión kirchnerista: cómo lograr que los u$s400.000 millones que los argentinos tienen fuera del sistema puedan ingresar al circuito formal, sin que para ello sea necesario plantear un régimen de dolarización.