Jugaron todo y perdieron. Macri y Patricia Bullrich creyeron que Carolina Losada era su atajo a la candidatura. El Waterloo de Larreta iba a ser santafesino, el lugar donde enterrarían sus sueños presidenciales. Pero no ocurrió. Y la derrota que sufrieron tuvo dimensiones inesperadas, certificando que las encuestas no sirven más. Ni como indicio.
La elección de Santa Fe deja mucho material para el análisis. Es el tercer distrito del país, una provincia rica, potente, con un sistema político sofisticado, sin reelección, con boleta única. Un electorado más suelto que en otras geografías. La lectura lineal sería: se diluyen los aparatos, prevalece la popularidad mediática, la boleta única va con foto, pongamos a una periodista famosa y listo. No pasó.
Ganó un dirigente político tradicional. Militante radical de toda la vida, ex ministro, ex legislador, ganó haciendo política de la de antes, pueblo por pueblo, en auto, poca prensa, dirigente por dirigente. Losada fue la contracara, el apoyo militante de medios nacionales, periodistas famosos, el show de Macri, los videos virales de Patricia, los aviones privados.
Pero una vez más, se confirma que no es una buena idea subestimar al electorado. Losada nunca logró articular un mensaje que fuera más allá de las frases hechas y las generalidades. No trabajaron su discurso y apostaron a agitar la antipolítica, llegando a la desmesura de vincular a Pullaro con el narco. Un remix rosarino de Milei, una supuesta purificación de viejas prácticas, que pronto mostró fisuras. LPO reveló que se trasladaba en el avión privado de un empresario investigado por evasor, que su principal asesor económico fue despedido del Banco de Rosario por ponerlo al borde de la quiebra.
Lo nuevo por momentos parece ser apenas un envoltorio para que se recicle lo peor de lo viejo. Con el acompañamiento, bastante inexplicable, de actores importantes del poder real.
Los mismos medios que vaticinaban el impacto definitorio de esta elección en la interna de Bullrich con Larreta, con el resultado puesto se dieron vuelta en el aire y empezaron a explicar que, por supuesto, no incide en nada en la pelea nacional. Por supuesto.
Si por un minuto hacemos el ejercicio de abstraernos del microclima mediático-político porteño y miramos los datos duros, Larreta viene encadenando en la vida real tres victorias importantísimas. Desalojó al peronismo del poder de San Juan y San Luis y ahora se queda con el candidato que tiene todas las chances de hacer lo mismo en Santa Fe. Nada menos. Son dos gobernadores, que pueden ser tres. Y viene Chubut, donde Ignacio Torres, otro de sus candidatos, está competitivo. Es política real.
¿Esto significa que Larreta ya ganó la primaria? Para nada, decir eso sería tan falso como afirmar que ya perdió. Pero este domingo el jefe de Gobierno ganó y Macri perdió. Losada cerró su campaña con un video publicado en sus redes que encadena sus apoyos: empieza con Patricia Bullrich y cierra con el ex presidente. Jugaron todo.
Emiliano Yacobitti es otro gran ganador. El líder de Evolución es un radical que parece peronista. De pocas palabras, armó una red nacional de renovación generacional del radicalismo, que ganó la primaria de La Pampa, que tiene a De Loredo en Córdoba Capital, a Lousteau corriendo en Capital y que con Pullaro consigue el éxito impensado de poner a un radical, después de décadas, en la puerta de gobernar Santa Fe.
Yacobitti es política tradicional. Es tejer todo el día todos los días, es acumular tantas derrotas que el éxito casi es inevitable. “Si llegamos al Gobierno hay que repensar bien todo, nuestros candidatos pierden y los radicales están haciendo un trabajo serio”, afirman cerca de Larreta.
“Si Horacio gana va a ser así, peleando cada territorio como si fuere el último”, agrega la fuente consultada.
En la intimidad, Larreta tiene una afirmación imposible de repetir en público: “En el 2001, después del que se vayan todos, se terminó imponiendo la política tradicional”.
Macri, que hasta ahora se cuidó como del fuego de pronunciarse públicamente en favor de la candidatura de Bullrich, lo dice a su manera: “La primaria es un partido difícil y Horacio tiene experiencia”. Le quiere ganar, pero no se confía.
El círculo rojo ya decidió que la pelea la gana Bullrich. Los grandes medios, en los que Macri pisa fuerte, compran ese diagnóstico. Son los mismos actores que habían velado a Massa. Este domingo, Santa Fe nos recordó que a la realidad le atraen las sorpresas.
Larreta acaso tiene una sola ventaja inesperada. Hace dos años era el presidente puesto, sólo le quedaba mantenerse. Por errores propios y la militancia activa de Macri, ahora es el underdog. Pelearla de atrás puede ser liberador.