En un movimiento que sacudió la interna de Juntos por el Cambio, el expresidente Mauricio Macri dio un golpe de timón al partido PRO con la expulsión de dos figuras clave y leales a Patricia Bullrich. La decisión, que se produce en un contexto de escándalos que salpican al gobierno de Javier Milei, ha sido interpretada como el intento de Macri de desmarcarse de su propia coalición y reorganizar sus filas para el futuro.
Las expulsiones de Damián Arabia y Pablo Walter son el reflejo de una creciente tensión entre Macri y Bullrich. El primer paso de un plan más ambicioso de cara a una eventual “liquidación” del PRO para absorberse en el partido libertario. A pesar de los intentos de mantener una fachada de unidad, la alianza exhibe una fragilidad evidente.
Un escándalo que salpica a la cúpula libertaria
La jugada de Macri no se da en el vacío. Coincide con el escándalo de presuntas coimas en la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) que ha puesto el foco sobre el círculo íntimo del presidente Javier Milei. Las acusaciones de corrupción, que involucran a su hermana y secretaria general de la Presidencia, Karina Milei, y a Eduardo “Lule” Menem, han generado un temblor en el oficialismo y han obligado a Macri a reevaluar su estrategia.
La maniobra de Macri, al expulsar a los alfiles de Bullrich, se interpreta como una señal de advertencia. Con este movimiento, busca marcar distancia de una alianza que podría verse seriamente comprometida por las denuncias de corrupción. La decisión de sacrificar a Bullrich y sus allegados sugiere que Macri estaría preparando un “plan de escape” para el PRO, buscando preservar su capital político ante una posible crisis del gobierno libertario. La expulsión es, en este sentido, un mensaje claro: la lealtad al proyecto personal de Macri parece estar por encima de los acuerdos políticos.
