La recta final de las elecciones legislativas en la provincia de Buenos Aires acelera el pulso de la economía argentina. El nerviosismo no se vive solo en los búnkeres de campaña, sino también en el mercado financiero, donde el dólar se ha convertido en el principal termómetro de la incertidumbre política. Operadores, analistas y ciudadanos se preguntan si el actual esquema cambiario aguantará la presión o si se verá un cambio drástico a partir de noviembre.
El mercado se encuentra en un claro “modo defensivo”. La razón es simple: la mayoría de los actores económicos, desde grandes empresas hasta pequeños ahorristas, buscan protegerse de una posible devaluación. Esto se evidencia en el fuerte salto de las posiciones en el mercado de futuros, donde los inversores se cubren de un eventual salto del dólar. Incluso se observa cómo algunos están comprando la divisa a futuro por encima de los valores de referencia del Banco Central (BCRA), lo que demuestra la falta de confianza en el sostenimiento del actual sistema.
Los “parches” del gobierno para contener la divisa
El BCRA no se ha quedado de brazos cruzados. Ha implementado una serie de medidas de emergencia que en el mercado se perciben como “parches”. El objetivo es claro: evitar que el dólar se dispare antes de las elecciones. Una de las acciones más polémicas ha sido forzar la caída de las cotizaciones en el mercado de futuros para fines de agosto. Esto, sumado a la prohibición a los bancos de aumentar su posición en moneda extranjera, busca obligar a los actores a quedarse en pesos, aunque el resultado a largo plazo no esté garantizado.
La intervención del gobierno se percibe como un arma de doble filo. Si bien logra contener el precio del dólar en el corto plazo, también genera escepticismo entre los inversores. La venta de u$s354 millones en dos semanas de agosto por parte del gobierno fue interpretada por el mercado como una violación al compromiso de no intervención, lo que aumenta la percepción de que la “flotación libre” del dólar es una cosa del pasado.
Dólar en el “colchón” y el impacto en la economía doméstica
La volatilidad del dólar impacta directamente en la economía de la calle. Los datos más recientes sobre la demanda de divisas no mienten: en julio, las compras de dólares para “atesoramiento” alcanzaron niveles que no se veían desde la crisis de 2019. Esto significa que los ciudadanos, preocupados por la situación política, prefieren guardar sus ahorros en dólares bajo el colchón, a pesar de las altas tasas de interés que ofrece el gobierno para que se queden en pesos.
Pero el dólar no es el único termómetro del nerviosismo. La tasa de interés ha alcanzado niveles que hacen casi imposible el acceso al crédito para las empresas. La política del ministro de Economía, Toto Caputo, de no dejar “liquidez sobrante” para evitar presiones sobre los precios, ha llevado a las tasas de interés a niveles tan altos que se convierten en una carga pesada para las pequeñas y medianas empresas.
Esta situación contrasta con las declaraciones del gobierno, que asegura que se trata de un fenómeno “transitorio” y que la situación se revertirá después de las elecciones. Sin embargo, en el mercado, la expectativa es una sola: se espera que el tipo de cambio suba por encima del techo actual a partir de noviembre, una vez que el resultado de las elecciones determine el rumbo político del país.
El campo y el cuello de botella de las importaciones
Para complicar aún más el panorama, la oferta de divisas de uno de los motores de la economía, el sector agropecuario, está en caída. Mientras que en julio el campo aportó más de u$s3.900 millones en divisas, en agosto la cifra se desplomó a u$s1.800 millones. Se prevé que esta tendencia continúe en los próximos meses, ya sea por motivos estacionales o por la especulación de una devaluación post-electoral.
En el otro lado de la balanza, la demanda de dólares no para de crecer. Los importadores buscan hacerse de stock, lo que eleva el nivel de importaciones mensuales y genera una presión adicional sobre las reservas del BCRA.
En conclusión, el panorama económico de la Argentina está marcado por la incertidumbre electoral. Los esfuerzos del gobierno por mantener la calma en el mercado del dólar son vistos como “parches”, mientras que los ciudadanos y las empresas se cubren de una posible devaluación. En este contexto, la incertidumbre política no solo define los resultados de una elección, sino que impacta directamente en el bolsillo de cada argentino.