Los sindicatos brasileños, tras la contundente huelga general del viernes pasado, volvieron este lunes a la calle en el Día Internacional de los Trabajadores.
Los sindicatos brasileños, tras la contundente huelga general del viernes pasado, volvieron este lunes a la calle en el Día Internacional de los Trabajadores para rechazar nuevamente las reformas de trabajo y jubilatoria impulsadas por el gobierno de Michel Temer.
Las manifestaciones del 1 de Mayo en las principales ciudades de Brasil sirvieron de palco a las centrales sindicales para recordarle al presidente Temer que no aceptarán las reformas liberales que propone. El mandatario, en tanto, utilizó la simbólica fecha para defender sus medidas a través de un video publicado en las redes sociales, según informó la agencia de noticias EFE.
Uno de los puntos que más resistencia provoca sostiene que “lo acordado valga por encima de lo legislado”, lo cual daría valor legal a los convenios pactados entre trabajadores y empleadores dentro de cada empresa, aún si estos acuerdos no se ajustan a las normativas laborales vigentes.
Según una encuesta del instituto Datafolha publicada este lunes por el diario Folha de Sao Paulo, el 71 % de los brasileños se opone al nuevo modelo del sistema de jubilaciones y pensiones, que propone establecer una edad mínima para acceder a ese beneficio, lo cual no existe hoy en el país, y lo establece en 62 años para las mujeres y 65, en el caso de los hombres.
El mismo sondeo reveló que más del 60 % de los brasileños cree que la reforma laboral y la ley de tercerización favorecerán principalmente a los empresarios, mientras que Temer, quien calificó este 1 de Mayo como un “momento histórico”, recalcó los beneficios que tendrá para los trabajadores.
“Iniciamos una nueva fase, una nueva fase a favor del empleo”, recalcó el mandatario, en el poder de manera efectiva desde el 31 de mayo pasado, cuando Dilma Rousseff fue destituida por el Senado en un cuestionado juicio político.
Como era previsible, el mensaje de Temer no convenció ni a los líderes sindicales ni a los cientos de miles de trabajadores que hoy salieron a las calles en todo el país y amenazaron con convocar a una nueva huelga general, si el gobierno nacional no modifica sus proyectos de reforma y escucha sus reclamos.
Paulo Pereira da Silva, líder de la central Fuerza Sindical, adelantó que están discutiendo la posibilidad de “una reunión de todas las centrales el próximo 8 de mayo para una especie de invasión de Brasilia”, la capital del país.
Desde un acto en la zona norte de la ciudad de San Pablo, el sindicalista afirmó que la huelga nacional del viernes pasado fue “la más grande de la historia de Brasil (…) y si el gobierno no entendió (el mensaje) va a haber más”, según reprodujo la agencia de noticias ANSA.
Al mismo tiempo, Vagner Freitas, jefe de la Central Única de los Trabajadores (CUT), ligada al Partido de los Trabajadores y al ex presidente y líder opositor, Luiz Inácio Lula da Silva, también se mostró impaciente con el gobierno.
“Las movilizaciones de los últimos meses y en especial la del último viernes, día de la huelga general, demostró que el pueblo entendió que Temer está transformando al mercado de trabajo en un gran mostrador para ofertar puestos precarizados, en una especie de esclavitud moderna. (…) Con el país hundido en la más larga y grave crisis económica desde la redemocratización (en 1985) la clase trabajadora no tiene nada que conmemorar en este Día del Trabajador”, sentenció Freitas.
La economía brasileña se contrajo en 2015 un 3,8 %, el peor resultado en 25 años, y cayó un 3,6 % en 2016, encadenando así dos años fiscales con números rojos por primera vez desde la década de 1930.
Temer insiste en que la recesión ha tocado el fondo del pozo y Brasil ha comenzado a ver la luz, pero desde que llegó al poder advierte sin cesar que el país sólo saldrá de la crisis si el Congreso aprueba su duro programa de ajustes estructurales.