sábado, mayo 18, 2024

El riesgo de unas PASO destructivas

La negativa al pegado de boleta de Galimberti con las fórmulas presidenciales profundizó la grieta en la interna de JxC. Frigerio se impuso una vez más. Pero fue gracias a la colaboración de la dirigencia radical provincial y nacional. El malestar es muy grande y puede derivar en una campaña sucia y en pérdida de votos.

El traumático cierre de listas que protagonizó Juntos por Entre Ríos hace nueve días aleja la posibilidad de que la alianza opositora pueda llevar adelante unas primarias constructivas, como se habían propuesto un mes atrás.

Es muy grande el malestar que produjo la negativa de las dos fórmulas presidenciales de JxC (Larreta-Morales y Bullrich-Petri) a darle el pegado al precandidato a gobernador Pedro Galimberti. Hay una amplia franja de segundas líneas de dirigentes y militantes radicales muy enojados, dispuestos a vengar la jugada con una campaña negativa, o directamente sucia.

Con boleta corta, el sector que promueve a Galimberti para la gobernación militará el voto en blanco para presidente, o trabajará llanamente para que Sergio Massa y Javier Milei junten más votos en Entre Ríos. Repartirán la boleta cortada del peronista y el libertario junto a la del radical.

Es difícil predecir el impacto de esa movida. En las PASO de 2021, Galimberti obtuvo 128 mil votos. Se estima que el daño que podrían causar rondaría entre el 10 y el 20 por ciento de esa cifra. Es decir, unos 20 mil votos que no irían ni a Horacio Rodríguez Larreta, ni a Patricia Bullrich. No parece mucho, pero esa fue la diferencia por la que perdió Alfredo de Ángeli en 2015 y permitió que el peronismo retenga la gobernación en Entre Ríos.

Cuantitativamente, el perjuicio podría no ser determinante. Todo depende de cómo se termine planteando la elección. Pero, cualitativamente, es profundo el trauma que deja en el principal partido de Juntos por Entre Ríos el hecho de que el candidato de la UCR se vea impedido de competir en igualdad de condiciones con el del PRO. Reabre viejas heridas en la crónica interna radical y, de cara al votante independiente, no ofrece garantías de cohesión para un eventual futuro gobierno.

El cuadro sería otro si Galimberti hubiera obtenido igualdad de condiciones para competir con Frigerio. Juntos por Entre Ríos estaría mucho más cerca de unas PASO constructivas, en las que el sector que pierde acompañe luego en la general al que gana.

El malestar interno que por estos días exuda Juntos por Entre Ríos contrasta con el ordenado cierre de listas del peronismo ¿Alguien se acuerda de las aspiraciones de Enrique Cresto o Martín Piaggio? ¿Qué fue de la amenaza de Sergio Urribarri? En el peronismo observan con curiosidad el “tiro en el pie” que la coalición opositora se dio con las tensiones derivadas del pegado de boletas, absolutamente evitables. Algunos lo interpretan como una muestra de inseguridad de Frigerio.

Nada raro

Con independencia de los efectos contraproducentes que pueda tener para el objetivo de terminar con dos décadas de gobierno peronista en Entre Ríos, lo ocurrido en JxC no es nada que no haya pasado ya o que no vaya a volver a pasar en un cierre de listas. Así es la política, en Entre Ríos y en todo el mundo.

La experiencia del 24 de junio deja un saldo de cierta inexperiencia, impericia o quizá un exceso de confianza en la palabra empeñada. Ya el viernes 23 Galimberti sabía que Lucía Varisco en Paraná, Rafael Cavagna en Nogoyá y Hernán Kisser en Hasenkamp lo podían abandonar porque no estaban dispuestos a inmolarse con una boleta corta en unas PASO provinciales que se desarrollan de manera simultáneas con las nacionales. Pero el postulante a la gobernación se quedó demasiado tiempo intentando lo imposible en Buenos Aires y llegó a Paraná recién a las dos de la tarde de ese sábado, cuando las tres importantes columnas de su armado ya se habían entregado a Frigerio.

En el anterior proceso electoral, de 2021, cuando el apoyo a Frigerio no era tan amplio dentro del radicalismo, Galimberti  no supo cómo hacer pie en la compleja interna de la capital provincial. Una parte del varisquismo -que luego se iría con Frigerio- quedó esperando un acuerdo con el entonces intendente de Chajarí que nunca se concretó.

En política ocurre, algunas veces, que el vencedor adquiere esa condición más por defectos ajenos que por virtudes propias. Desde 2015, el conjunto de la dirigencia radical le ha facilitado enormemente las cosas a Frigerio para dominar, con un partido minúsculo, a un gigante desarticulado.

El eco de 2015

En 2015, por primera vez en su centenaria historia la UCR de Entre Ríos fue a elecciones sin un candidato a gobernador propio. Nacía Cambiemos y el PRO tenía en Mauricio Macri al único precandidato a presidente competitivo del nuevo frente electoral. Las encuestas no le daban ninguna posibilidad a los otros dos postulantes: Ernesto Sanz por la UCR y Elisa Carrió por la Coalición Cívica.

Las elecciones en Entre Ríos fueron simultáneas y, por lo tanto, el pegado de las boletas entre el orden nacional y provincial fue clave para las PASO. Como ahora.

Frigerio, como delegado de Macri para el armado electoral en Entre Ríos, negó en 2015 el pegado de boleta que pidieron los precandidatos a gobernador de la UCR, Atilio Benedetti y Fabián Rogel. En el caso de Benedetti, Macri objetaba la fórmula que había acordado con el massista Adrián Fuertes, atravesando el límite marcado en marzo de ese año por la Convención Nacional de la UCR que sesionó en Gualeguaychú y aprobó la alianza sólo con el PRO y la CC.

Referenciado con Sanz, Benedetti había sido -sin embargo- uno de los principales impulsores de la alianza con el PRO. El que en la Convención radical proponía, junto a Gerardo Morales, incluir a Sergio Massa era Rogel.

La negativa de Macri a dar el pegado de boleta hizo que los dos radicales terminaron declinando sus postulaciones a gobernador. Sus armados territoriales se vaciaron. Por una razón de supervivencia, los postulantes a la intendencia de la UCR corrieron a pegar con el precandidato a gobernador del PRO, Alfredo de Ángeli, que era el único que llevaba al precandidato a presidente favorito en la boleta.

En esas elecciones, el PRO accedió a una intendencia y la UCR a 27. Esa era la enorme diferencia de estructura entre un partido y otro. Pero el PRO, con el único candidato a presidente competitivo, impuso al candidato a gobernador.

El cierre de 2023 evoca al de 2015, con la diferencia que en 2015 la UCR tenía postulante a la presidencia. La opción de Benedetti y Rogel no era la boleta corta, podrían haber pegado con Sanz. Pero las encuestas adelantaban que la candidatura del radical de Mendoza era casi testimonial.

El pasado 24 de junio, Galimberti anotó su precandidatura a gobernador a pesar de que los dos únicos postulantes a la presidencia de JxC le negaron el pegado de su boleta. Lo que le espera, en una elección simultánea, es una segura derrota que muy probablemente ni siquiera le alcance para el piso del 25% que le permitiría llevar algún candidato por la minoría.

¿Qué gana Galimberti con su obstinación? ¿Quedar posicionado como el referente radical que resistió la colonización macrista del centenario partido en Entre Ríos? Se verá. Algunos opinan que se trata de otra torpeza que terminará por diluir la construcción política nacida a principios de 2021 en la UCR, con el propósito de ponerle algún límite a Frigerio en su dominio de Juntos por Entre Ríos.

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