viernes, abril 19, 2024

Desafío para Massa: los precios no frenan y argentinos buscan sacarse de encima los pesos

Recientemente, el vicepresidente del Banco Central, Sergio Woyecheszen, planteó de manera descarnada el escenario económico. En una charla abierta a través de la red social Twitter, el funcionario reconoció que el “régimen inflacionario está desanclado”, es decir que el barco está al garete. El funcionario le echa la culpa del problema a la pandemia, a la guerra y a la crisis de la deuda en pesos de junio pasado.

Para el BCRA, a la salida de la pandemia y con el retorno del movimiento de las personas, los precios volvieron a “viajar” a una velocidad crucero de 53% anual (tal cual la habían recibido de Mauricio Macri). Con ello, aparentemente, el Gobierno si iba a conformar hasta las elecciones del 2023. Pero en febrero vino la invasión de Rusia a Ucrania y, luego, la crisis de la deuda en pesos con los temores de reperfilamiento terminó de desbaratar los planes del entonces ministro de Economía, Martín Guzmán.

Básicamente, la idea de los funcionarios que rodean a Miguel Pesce en la entidad rectora del sistema financiero es que hay que reconstruir un ancla para un barco que hoy está a la deriva, se estacione en el nivel de inflación del 7% mensual, algo que va a resultar extremadamente difícil, ya que los precios parecen responder a una dinámica que escapa a la lógica técnica. Los argentinos, es decir, los únicos demandantes de los billetes que imprime el Central, huyen de ellos muy rápidamente.

Comportamiento defensivo y huida del peso

La teoría monetaria pura sostiene que, al retraer la oferta de dinero, la tasa de inflación debería bajar, pero eso no está ocurriendo. Según indica la consultora Quantum, la inflación se encamina a cerrar el año en un rango cercano al 100%. Un fenómeno asociado a estos niveles de inflación es que la demanda de dinero cae de manera acelerada. En términos de oferta y demanda, datos al 16 de septiembre mostraban una base monetaria (dinero en circulación) creciendo a una tasa anual del 40% y los agregados monetarios M2 (dinero en circulación más depósitos a la vista) y M3 (dinero en circulación más depósitos a la vista más depósitos a plazo fijo) lo hacen al 59% y 68%, respectivamente. Pero se estima que en el mismo período la inflación alcanzó el 85%.

“Caídas de base y agregados monetarios en términos reales (incluyendo plazos fijos con devengamiento de tasas reales negativas) son reflejo del comportamiento defensivo y huida del peso a nivel agregado”, señala el reporte de la consultora que dirige Daniel Marx, quien en breve comenzará a trabajar sobre el tema de la deuda asesorando al Gobierno.

Los datos muestran que la inflación, tal cual lo reconoce el BCRA, está fuera de control y que ello ya obedece a cuestiones emparentadas con la desconfianza del Gobierno, más que a razones técnicas.

El impacto del dólar soja

El economista Gustavo Reyes del Instituto de Investigaciones para la Realidad Argentina y Latinoamericana (IERAL), plantea que luego de la fuerte emisión de pesos que tuvo que hacer el Banco Central para comprar el “dólar soja”, la entidad logró esterilizar mediante Leliqs y pases pasivos, aunque para ello tuvo que subir las tasas de interés. Al 20 de septiembre, la base monetaria había caído 2% respecto del mes anterior. Pero advierte que “la contracción monetaria de los últimos meses no necesariamente se habrá de traducir en una desaceleración significativa de la inflación”.

Reyes plantea que “continúa el proceso de huida del dinero doméstico” debido a que el dinero circula más rápidamente, lo que lleva a incrementar los precios. El analista del IERAL sostiene que, actualmente, están predominando las variables que influyen de manera negativa sobre la inflación (devaluación, dólar libre, precios regulados y salarios) respecto de las que podrían enfriar (precios externos). “Sin un programa de estabilización, el camino hasta las elecciones luce resbaladizo e inestable”, señala Reyes.

Aldo Abram, director de la Fundación Libertad y Progreso, considera también que existen ya algunos elementos de desconfianza que hacen que la gente busque sacarse de encima más rápido la moneda local, ya sea anticipando compras o tratando de dolarizar. No obstante, señala que hay por estos momentos cierta calma. “Hay dos tipos de personas, las que no pueden ahorrar y las que pueden hacerlo. Para estas últimas, desde que llegó Sergio Massa se abrió una lucecita”, explicó. Es decir, aparecieron algunas opciones para ahorrar en pesos y, por ello, según explicó el economista, “se moderó la caída de la demanda de dinero” en el último mes.

Para Abram, el problema es la credibilidad, hacia adelante, del modelo. Tanto Massa con su viceministro Gabriel Rubinstein han ganado tiempo, pero tienen que hacer algo luego del “dólar soja”. Como se trata de liquidación de exportaciones anticipada, las reservas van a volver a caer. “La gente es más inteligente que los economistas; si sube el dólar, sabe que su dinero pierde valor”, señaló.

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