jueves, abril 25, 2024

A 21 días de un vencimiento con el FMI: hay confusión en el Gobierno y versiones de “atraso” en los pagos

La posibilidad de un “final feliz” en la negociación quedó más lejos desde la cumbre encabezada por Alberto Fernández y Guzmán con gobernadores

En un intento por convencer al “mercado” de que la Argentina se encamina indefectiblemente hacia un acuerdo con el FMI, el Banco Central anunció ayer por la tarde una suba de las tasas de interés. Leve, eso sí, y que deja expuestos los límites del Gobierno a tomar este tipo de medidas sin antes realizar una profunda reestructuración de las Leliq, las letras remuneradas que paga el BCRA a los bancos.

La tasa de las Leliq pasa ahora al 40% anual, dos puntos adicionales a lo que venía siendo hasta ahora. En tanto que los plazos fijos de hasta $10 millones que hagan los ahorristas particulares rendirán 39% anual. Todavía lejos de la “tasa real positiva” prometida por Martín Guzmán y Miguel Pesce

La movida de ayer con las tasas de interés, si bien preanunciada, debe también interpretarse en el campo político.

Un gesto al FMI, pero sobre todo al “mercado”, de que el Gobierno trabaja hacia un acuerdo con el Fondo.

La posibilidad de un “final feliz” en la negociación quedó más lejos desde la cumbre encabezada por Alberto Fernández y Guzmán con gobernadores. Al menos así quedó reflejado ayer mismo en las cotizaciones de los bonos de la deuda argentina, con caídas que llegaron al 4,5% al mediodía, y luego se moderaron hasta el 2% promedio, y con una suba del “riesgo país”.

La sensación de que las negociaciones vienen más difíciles de lo que se pensaba y que el acuerdo no está asegurado era un tema coincidente entre financistas, pero también entre economistas allegados a la Casa Rosada. Incluso, el nerviosismo y la incertidumbre se apoderó de algunos funcionarios del propio Gobierno.

La tensión también se vivió en los bancos de inversión de Wall Street. Desde temprano, clientes con papeles de la deuda argentina en su poder pidieron precisiones a los analistas. “¿Van al default?”, fue la pregunta más escuchada, luego de que Guzmán admitiera diferencias profundas en el tema fiscal con los técnicos de Washington.

Más que las cuestiones técnicas o las divergencias en las metas, la cuestión que más preocupó a inversores, economistas locales y funcionarios oficiales tuvo que ver con los mensajes políticos que atravesaron la conferencia en la Casa Rosada, del miércoles a la tarde.

En especial, el pedido de Axel Kicillof a Guzmán para que “revise” la estrategia de negociación con el Fondo Monetario.

Para los inversores, la puesta en escena oficial podría desembocar en “atrasos” en los pagos de los vencimientos al FMI. Algo que en la jerga se denomina “arreas”.

De acuerdo a estimaciones del economista Amilcar Collante, en las reservas del Banco Central quedan todavía unos u$s563 millones en DEGs (la moneda del Fondo), que el propio organismo distribuyó entre los países socios en el mes de septiembre.

La mayor parte de los u$s4.400 millones que le tocaron a la Argentina ya se utilizaron para saldar los vencimientos con el FMI.

El problema es que el próximo compromiso cae el próximo viernes 28, por u$s731 millones. A las 72 horas, el lunes 1° de febrero, habría que girar u$s372 millones adicionales. En total suman u$s1.103 millones.

Al Banco Central ya no le quedan DEGs suficientes para afrontar esos vencimientos. Podría sacar de las reservas netas, que ya están por debajo de los u$s3.000 millones.

¿Qué hará Guzmán? ¿Seguirá pagando puntualmente los vencimientos sin haber firmado -o al menos sin tener encaminado- el acuerdo con el Fondo antes?

Lo dicho más arriba: desde primera hora de ayer jueves, esa pregunta recorrió oficinas en Wall Street también en despachos oficiales.

“Si antes yo ponderaba una posibilidad del 10% al atraso en los pagos, ahora subo esa chance al 35% o 40%”, comentó un consultor de buen vínculo con el equipo de Guzmán.

Por fuera del Gobierno llamó poderosamente la atención que el Presidente planteara en público una especie de asamblea para discutir con los gobernadores cuáles deberían ser los próximos pasos con el FMI.

Desde Wall Street, incluso, calculaban que esa puesta en escena habría caído mal en el staff del organismo.

A esta altura, después de dos años en funciones, los observadores de adentro y afuera no llegan a comprender la estrategia oficial. O sea: si el Gobierno quiere llegar finalmente a un acuerdo o, más bien, todavía intenta tensar la negociación para sacar un provecho.

Para algunos de esos observadores, la movida guarda relación con la que encabezó Cristina Kirchner allá por 2015, cuando resistió un acuerdo con los “holdouts”, incluso, cuando empresarios cercanos al gobierno de entonces acercaron “soluciones” para destrabar el conflicto.

En este momento, distintos operadores empezaron a especular con un escenario parecido. Con una administración que intenta ganar tiempo y posterga decisiones.

¿Hay margen para una aventura de este tipo? Muchos creen que no. Que, en aquella oportunidad, la Argentina contaba con pocas reservas -como ahora- pero la gran diferencia es que los dos candidatos a ganar las elecciones -Mauricio Macri y Daniel Scioli- decían que iban a solucionar el problema de los “holdouts”.

Cada uno a su modo, pero ambos propiciaban la solución final.

Lo relevante, a efectos del análisis, era que el “mercado” operaba en consecuencia. Hubo apuestas en el mercado de futuros previendo una devaluación, pero no hubo presiones adicionales sobre el dólar “paralelo”.

¿Ahora sucedería lo mismo? ¿O un atraso o default con el FMI dispararía la brecha bien por encima del 100% que está ahora?

La mayoría cree que un dólar a $200 en el “blue” resulta barato. Y que la brecha con el oficial se ampliaría a niveles insostenibles.

Lo que está claro es que el margen para entrar en esa zona oscura es muy estrecho. Y que, como dijo el propio Guzmán, “en las próximas semanas” debería sellarse el acuerdo.

Sin embargo, tanto en Wall Street como en Buenos Aires, ya lo habían escuchado al ministro con el mismo pronóstico. Y acá está la Argentina: a tres semanas de definir cómo será el devenir de los próximos años.

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